Odio a muerte a las lolitas del tipo Nabokov. Aún no he terminado el libro. La de la cabecera no soy yo. Esto no es un cursi-blog, ni un diario, es mi liblog...

6 may 2012

Intensidad voltaica

No estoy muy segura de que la relación exista, pero en mi cabeza suena bien. Me hace pensar en ese torrente de sensaciones que nos recorren de arriba abajo en tan diversas situaciones, ¿que no?

Estoy aquí en mi habitación esperando a que la visita se largue para ir a ducharme. Que sí, que la puerta del cuarto de baño tiene pestillo y tal, pero me intimida saber que en la pared de al lado hay gente que no conozco demasiado, o gente a secas. Y llevo un día de trabajo duro como no los recordaba (no los recuerdo, naturalmente, porque nunca lo ha habido [lo cierto es que miento, porque sí que los ha habido y hoy no ha sido uno de ellos]).

El caso es que antes solía sentir esa "intensidad voltaica" con otras cosas, tipo exámenes, y cosas así, y ahora no, en absoluto, lo cual me preocupa, porque me hace pensar que voy a bajar la guardia mientras lo hago, precipitándome hacia el suspenso. Por otra parte, probablemente es bueno. No es que haya aprendido a controlar mi cuerpo, para nada, sino que él mismo se ha... bueno, ha prescindido de dicha sensación en dicho contexto. Recuerdo cuándo pasó. Fue en 3º de la ESO, cuando la profesora de Francés tomó la putada determinación de hacernos un examen cada semana. He de confesar que los exámenes de Francés más que otros me han puesto nerviosa porque no me siento tan segura como cuando hablo Inglés, pero claro, al tercer examen, y desde el segundo, fue cuando noté que se había esfumado esa sensación de nudo revoltoso en el estómago. La falsa seguridad ha ido degenerando del "ahora no me siento nerviosa y puedo hacer el examen tranquilamente" al "joder, me da una pesadez tener que ponerme a hacer esto ahora...", no sé si me explico.

Por otra parte, esa maravillosa descarga voltaica se ha desplazado a otros ámbitos de la vida, al sexual concretamente, y con ello sólo trato de englobar a todo lo relacionado con el tema, no quiero decir que mi vida sexual sea muy activa. Supongo que es cosa de la edad, de las hormonas, del reloj biológico, y tal y cual. Por una vez, puedo decir que he madurado más tarde que un hombre: esa agitación sexual típica de los 12 años, me ha llegado a los 17-18. También han influido otros factores, pero voy a evitar nombrar ninguno porque suenan todos terriblemente mal y quedan vinculados a eso que he dicho que no tengo.

Además, ya se ha ido la visita. Y la imagen de hoy es esta:


Ese día que vino mi madre a contarme que le habían contado lo del supuesto parentesco entre Felipe González y Leire Pajín. Pensaba que era algo con fundamento, pero probablemente no es más que un bulo (uno de tantos) de Internet. Aun así, me encantó la teoría y me encanta esta foto. A mí me parece que es obvio que son idénticos, pero no por nada, sino por los dientes... muchas personas pueden tener la misma frente, la misma nariz, la misma barbilla, los mismos mofletes... pero esos dientes, joder, se me antojan inconfundibles. Y aunque el rumor no sea verdad, me encantaría escribir mi propio relato sobre ello. Básicamente porque hoy, lo que he estado haciendo ha sido subrayar los apuntes de Historia y ha salido este señor, y me he acordado de esto que estuve investigando hace mucho, y mi imaginación ha volado mucho, pero que mucho. No son sólo hormonas revueltas, son ansias de libertad creativa, y no es que esté coartada, es que la tengo reprimida porque hay asuntos que me acosan más.

Por cierto, la intensidad voltaica, es eso, esa especie de escalofríos que ponen de punta el vello y todo lo demás de la anatomía humana que pueda "erigirse", o que simplemente se desparraman por dentro del cuerpo, no me atrevería a decir por dónde (aunque Aristóteles hizo un buen trabajo situando las tres almas, y yo me vendría a referir a la situada en el bajo vientre, la concupiscible), y eso tiene lugar cuando estás nervioso, cuando estás excitado, todo eso con un largo proceso (...) de tiempo, aunque también puede ser con uno pequeño, lo que viene a durar una mirada fija inesperada, o una sonrisa, o alguna otra cosa que no suene tan a mariconada como estas, o un orgasmo. A veces. Creo.

P.D: No logro entender esta interminable sucesión de alusiones filosóficas.
P.D.2: Ahora no me convenzo de ello, pero cuando sea (más) mayor, me haré entender que sí que me referí a la excitación sexual en todo momento de esta entrada. Entonces me recordaré que puse como ejemplo los nervios previos a un examen, e intentaré desconvencerme y convencerme de que no era excitación sexual lo que sentía cuando me repartían el examen. Y más adelante me recordaré los profesores que se parecen al tío de la novela de Nabokov, y ya lo entenderé todo.

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Suena: Nada.
Estoy: Yéndome.
Sentencia: "Sólo hay una fuerza motriz: el deseo", del amante de la sabiduría Aristóteles.

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