O tenebrosos, que es como traducen en España el título de Dark shadows. El título no viene a cuento de nada porque, inusualmente, llevo una racha de días agradables (bueno, ni agradables ni no agradables, de estos normales vaya), pero viene porque acabo de ver el videoclip nuevo de John Mayer, como todos sabéis (o deberíais saber), mi más amado hombre y artista sobre la Tierra. Y como buena fan, de esas que no se dejan llevar por lo que el corazón (o lo de más abajo) les dicta, voy a comentar un poquito.
Probablemente a los críticos les parezca bien, una renovación, eso siempre se aplaude en un cantante, pero para la otra parte de la crítica, como para mí, pues quizás sea un tanto... extraño, extraño más que desafortunado. Será que me falta acostumbrarme. El rollo country es algo que nunca me ha atraído demasiado, y no me quiero llevar una buena primera impresión porque este primer tema se mantiene un poco, pero me da la sensación de que los demás, por lo que he escuchado como "prueba" en iTunes parece estar completamente impregnado de ese aire y temo que voy a echar demasiado de menos al John Mayer de antes. No obstante, reitero mi intención de esperar al 22 de Mayo (quizás un día más tarde, en lo que me cueste encontrar el disco para descargar por Internet) y entonces opinar cómodamente. Respecto al vídeo, pueeeeeeees es una americanada, para qué nos vamos a engañar. El típico viaje a través de los EE.UU, le ha faltado la ruta 66. Y me gustaría decir que es sentido, acorde con la letra, y tal, pero sólo veo eso. Al margen de eso, me gustaría ser el Tweet ingenioso que lee en su iPhone y le hace sonreír ahí en la cama recostado... en la cama... recostado... iPhone... lo siento, tengo una vena materialista, qué le vamos a hacer. Bueno, que el muchacho está de muy buen ver, claro, pero me gustaba más con el estilo de Clarity, quizás Waiting on the world to change si lo que quería era dejarse melena. Pero vamos, que en su esencia sigue siendo John Mayer, y sigo amándolo y goteando (no diré por dónde) cuando sé de él. Así que, ahí sigo, al pie del cañón.
Por otra parte. Hoy estaba leyendo un ratito Pomelo y limón, libro que estoy leyendo básicamente por hacerme una idea del tipo de novela adolescente que ganan los certámenes literarios (al margen de las tan usadas historias de guerra), aunque también es porque es el tipo de literatura que me traía loca hace unos años, antes de descubrir a Stephen King, que me desvinculó de ello totalmente, y antes de que el instituto me acosara con sus malditas lecturas obligatorias (algunas sublimes, como San Manuel Bueno, mártir, de Unamuno, a quien he descubierto como mi filósofo favorito, o La metamorfosis (transformación) de Kafka (no la de Ovidio, no llego a tanto), y otras horriblemente melodramáticas y pesadas, y me refiero a Romeo y Julieta, y no lo digo porque no esté enamorada y esté totalmente en contra de estarlo, es simplemente que estoy harta de ella como lo estoy de Justin Bieber, es lo que tienen estas cosas cuando se convierten en fenómenos de masas). Bueno, pues eso, que resulta ser el año que más liada estoy académicamente hablando y también es el año que más me paso por el arco del triunfo (suelo decir forro, pero claro, es irónico porque no tengo, y yo quiero darle seriedad) las tareas (de hecho, ahora mismo estoy perdiendo un tiempo valiosísimo del cual me acordaré cuando esté en Selectividad y lo eche de menos para repasar, pero bueno). En fin, que estaba leyendo eso y entonces se ha citado una línea de El Principito, y me he acordado de las muchas ganas que tenía de leerlo, no sólo por ser uno de estos que hay que haber leído antes de morir, sino porque también me lo habían recomendado mi mamá (sí, en Internet la llamo mamá) y mi hermana, y como es cortito, tengo la misma edición repetida (dato irrelevante) y muy pocas ganas de ponerme a estudiar Filosofía o subrayar apuntes de Historia (que es lo que estaba haciendo en aquel momento), pues me he ido a buscarlo y a leerlo. Inmediatamente he cogido el lápiz para señalar las sentencias más ilustres (que las hay, verdaderamente, hay que joderse), especialmente porque tengo una "ideita" (ideota) para una historia y Dios mío, era el pellizco de sal que le faltaba, la cita de autoridad que todo buen libro lleva al principio. No quiero hacer de El Principito la columna vertebral de esa mi historia, pero sí le debo grandes referencias, joder, no os hacéis una idea. Y por supuesto, le debo también un pequeño review. Es un libro que a todos nos hace falta leer, y yo diría que, o lo lees varias veces en tu vida, o esperas a leerlo con 40 años, es decir, el culmen de la edad adulta, para que cause más impacto, y yo apuesto más por esta última. Como siempre me pasa, la historia es totalmente distinta a como la esperaba, y el desenlace me ha dejado lo mismo de patidifusa que el de La metamorfosis, y me imagino que es un libro con una gran carga literaria que necesita explicación, pero podría caer en este mismo error:
La verdad es que es fabuloso que te expliquen lo más íntimo de una obra, sobre todo alguien que lo ha estudiado para enseñártelo a ti, pero quizás realmente el autor no pensaba decir eso en absoluto, o si lo hacía, que es lo más probable, porque se escribe para reflejar las zozobras internas de uno, o se escribe por escribir y se reflejan en las palabras inconscientemente, en ese caso, quizás son cosas que deberían dejarse al libre escrutinio de uno. Respecto a las frases que he señalado, creo que me quedo con la primera que vi, la que me hizo coger el lápiz vaya:
"(Los adultos) son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores".
Y claro, después de ese hermoso sabor de boca (sinestesia literaria, creo) que te deja, pues claro, pones la tele y te sale el estúpido anuncio nuevo que se ha repetido como 8964654845461 veces a lo largo del día, de... no recuerdo la marca, un par de pedorras que salen cambiándose de ropa y termina siendo un anuncio de un coche, y piensas que cualquier humano que no sea un niño resulta ser lo más despreciable y asqueroso del mundo. Tampoco voy a ir yo de auténtica, sería absurdo, y también sería absurdo que su autor, que en paz descanse, también lo fuera (de hecho, los psicólogos probablemente ya lo hayan acusado de pederasta, o de síndrome de Peter Pan, y Freud habría dicho que seguramente su padre se lo intentó tirar de pequeño, yo qué sé), pero sí me siento afortunada de haberlo podido apreciar como se merecía. Creo.
Y ya está. Hay que quererme mucho para leerse todo ese tocho, aunque yo lo haría, me parecen interesantes los blogs personales, así, de este tipo.
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Suena: Annie, de James Blunt
Estoy: Hecha una mierda. Ni me levanto temprano, ni me acuesto a horas decentes, ni aprovecho el tiempo que estoy viva. Bueno, soy consciente de ello, es una manera de rendirle tributo, ¿no? En fin, trascendentalismos aparte, ojalá me ponga a terminar los deberes que llevo arrastrado 3 días o más.
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